jueves, 30 de noviembre de 2006

¿Cuerpos perfectos?...

La búsqueda del "cuerpo ideal" obviamente inexistente, llega a tener grandes distorsiones de su esquema corporal. La anorexia (pérdida del apetito) y la bulimia (deseo atroz de comer) son las patologías más frecuentes en nuestro continente en lo que hace a la enfermedad de las adolescentes.En la anorexia, por ejemplo, la persona "se siente y se ve gorda", aunque esté pesando cuarenta kilos; esta enfermedad sin tratamiento lleva directo a la muerte.La magnificación del cuerpo, del "cuerpo perfecto" en nuestra sociedad, ha hecho sentir a más de una chica asco y repulsión por el propio cuerpo, en una lucha diaria consigo misma y evitando así todo contacto corporal.Nos toca vivir en una sociedad donde los valores están tergiversados. Nos bombardean continuamente con revistas, programas televisivos y anuncios publicitarios que nos muestran modelos con cuerpos tan estilizados que casi llegan a convencernos de que esos son precisamente los cuerpos perfectos. Claro que, lógicamente, esa perfección es inexistente o, en todo caso, es el resultado de los desequilibrios físicos y psíquicos a los que esos cuerpos han sido sometidos.La muerte de algunas modelos hace algunos días ha reavivado un tema que lleva años de debate sin soluciones reales y concretas. El precio que deben pagar quienes adhieren a ese tipo de prácticas es muy alto, tan alto que ni siquiera pueden llegar a medir las terribles consecuencias que indefectiblemente las acarrearán a un final que no han imaginado.Las medidas tendientes a terminar con esta locura por fin parecen vislumbrarse: prohibiciones para desfilar a las modelos que no den la masa corporal, estricto seguimiento de las dietas alimenticias por parte de algunas agencias de modelos y el control en tiendas y boutiques para universalizar los talles son medidas altamente promisorias.Pero no seamos hipócritas y miremos un poco a nuestro alrededor. Observemos a nuestros hijos y amigos, porque nadie está exento de sufrirla y, aunque muchas veces nos cueste aceptarlo, está entre nosotros y "no es fácil detectarla".